Felipillo, la historia no conocida

10 enero, 2008

La historia de un traidor que se regeneró en héroe
(Revista Realidades, Amazonas, Bagua) Reservista Juan Davila
Algunas versiones dicen que se llamó Wallpa; y que nació en el valle de Chira o de Poechos. Lo cierto es que la mayoria de los peruanos apenas conocemos que sirvió de intérprete a los españoles durante la invasión. Su nombre desde aquellos tiempos ha sido utilizado como sinónimo de traidor y entreguista. Sin embargo, la verdadera historia indica que tomó reflexión de sus actos para luego convertirse en héroe de la resitencia etnonacionalista.
Promediando el año 1536 ya Manco Inca había lanzado sus legiones sobre el (Qosco), iniciando la magna gesta de reconquista. Buena parte del otrora floreciente Tawantínsuyo se había sublevado contra los europeos. Despertaba una conciencia etnonacionalista, casi inexistente al momento de iniciada la invasión del Imperio Andino. Todo esto se ignoraba allá en Aconcagua (Chiric), donde para enlances había llegado Almagro, después de largos padecimientos en el cruce de la actual cordillera argentino-chilena. Finalmente, el flamante gobernador de la "Nueva Toledo" se convencía que aquel "reyno de Chili" no era la rica provincia que le describiera Francisco Pizarro, a fin de hacerle abandonar su "Nueva Castilla" (que fue primer nombre oficial del corral que hoy se denomina "Perú"). Para salvar el honor, Almagro invitó a su gente a "ganar gloria" descubriendo el interior, y así reforzado con el contingente Gómez de Alvarado, al mando de 100 españoles (más los 300 que Almagro llevaba), partieron con dirección al Arauco. En Aconcagua quedó el tuerto conquistador, con apenas un centenar de agotados cristianos y un contingente de Indios aliados que jefaturaba Paullo Inca, entre los cuales destacaba Felipillo.

Dividido el ejército de los cristianos, Felipillo consideró llegado el momento que tanto esperaba, Para aniquilar a la tropa que quedaba con Almagro. Pensaba así encender la lucha a favor del rebelde Manco Inca en el extremo sur de lo que había sido el Tawantinsuyo. Paré! él no era un secreto el alzamiento, pues merced al informe de fidelísimos chasquis mandados por Villac Uma (sumo pontífice del Koricancha). Felipillo, burlando la vigilancia de los españoles, empezó a entrevistarse con los jefes nativos de la comarca, exhortándoles a unirse en la lucha libertaria. Los caciques dudaron en un principio de Felipillo. Pero cuando éste, sin demagogia, les hizo ver que a la postre los españoles ejercerían un dominio mucho más severo. que el de los incas y que si osaban quedarse perecerían quemados como los 30 curacas patriotas de Capiaca, "y que los cristianos eran perros descreídos sin fe, ley ni verdad", empezaron a prestarle mayor atención y discutieron si le darían apoyo. Una de esas noches los curacas de Aconcagua acordaron ponerse a disposición de Felipillo, cuya primera orden fue que todos los pobladores del valle se replegasen en las montañas, antes de proceder al ataque decisivo, que pensó ejecutar en horas de la noche y por sorpresa. La madrugada sorprendió a Almagro con el inesperado suceso. Hasta entonces los, indios de Aconcagua se habian mostrado amistosos y ahora desaparecían de improviso: "Hállase Almagro muy confuso, sin saber a que atribuirlo y con alguna gente de a caballo corrió 7 leguas, desde las 3 de la mañana hasta el amanecer. No pudo hallar a los nativos, porque estos se habían replegado".


Para su desgracia, Felipillo tardó mucho en abandonar el valle. Recién lo hizo la noche siguiete, llevando varios indios consigo. No faltóun traidor que lo delató como cabecilla de la agitación. De Inmediato, Almagro ordenó su captura, y dirigentes yanaconas lo hallaron en unas sierras nevadas disponiéndose a partir al Cusco, para avisar a Manko Inka que los europeos invasores de Chiric quedabam muertos, y que el inka (cuyas fuerzas estaban cercando Cusca y Lima en simultáneo) diera por "liberada" esa región austral. El desdichado empezaba a vivir con honorabilidad el último capítulo de su agitada vida. Inmediatamente fue conducido a presencia de Almagro, quien haciéndole padecer fuertes tormentos logró que confesara la trama que había urdido: "cómo ordenó a los indios para que de noche matasen a los españoles quemándoles dentro de sus casas, porque sin caballos no hacían más sino correr mucho y que muertos los caballos, vencerían fácilmente a todos los cristinos". Almagro, enfurecido, ordenó su inmediato descuartizamiento. Negros esclavos se encargaron de desmembrar su cuerpo y yanaconas de plantar sus cuartos por los caminos.

Varios de sus partidarios fueron igualmente ejecutados. Estos sucesos de Aconcagua borraron de un plumazo la mala fama que había perseguido al intérprete hasta entonces. Los indios lo vieron, a partir de entonces, ya no como traidor y Manko Inka, cuando en el Cusco supo lo sucedido, lamentó mucho la muerte del Tallán.

Se había reivindicado ante la historia y ante su pueblo.

Fuente: Quincenario ANTAURO

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