EL TERROR DE PREGUNTAR... Y EL HORROR DE RESPONDER

09 diciembre, 2007

Cuando llevaba el curso de agrimensura, en la Universidad Agraria "La Molina", cierta vez el profesor encargó la tarea de efectuar el levantamiento topográfico de una chacra de la Universidad. El terreno era una pampa de pendiente leve con un montículo en un extremo. Todos los alumnos sonreímos, aliviados, por lo "simple" de la tarea. Sin embargo, ninguno aprobó. La rigurosidad del catedrático en milésimas y milímetros fue implacable.

Fue entonces que se me ocurrió preguntar: "Profesor, si en este terreno semi llano, no obstante contar con el instrumental 'moderno' de teodolitos, nivel de ingeniero, wincha, brújula, goniómetro, etc., se nos ha complicado el levantamiento... ¿cómo se supone que los ingenieros inkaicos pudieron efectuar semejante tarea para, por ejemplo, edificar Machu Picchu, porque de hecho tuvo que haber un levantamiento topográfico previo para aquella abrupta geografía, o no?". El profesor, sorprendido, apenas ensayó una respuesta que a nadie satisfizo. La verdad, es que jamás se había planteado tal interrogante. La misma pregunta le hice al teniente instructor del curso de Topografía, durante mis años de cadete en la Escuela Militar de Chorrillos, siendo la respuesta: "¡dos vueltas a la pista de combate por preguntar cojudeces!". Y es que ¡es tan poco lo que sabemos sobre nosotros mismos!... empezando por asumirnos como "nosotros" y culminando por el terror de preguntar y el horror de responder, pues el "cuestionario desarrollado" proviene del extranjero desde 1532.


Tiempo después, en la lectura del excelente libro Génesis de la Cultura Andina, del arquitecto Carlos Milla Villena, hallé en una de sus ilustraciones parte del instrumental técnico que permitió a nuestros antiguos amautas (filósofos y científicos) y yacháchic's (técnicos) haber sido eximios modeladores de abismos, cumbres y farallones.

Carlos Milla, centrándose más en el hallazgo de la unidad de medida "patrón" del Tawantinsuyo (el equivalente al sistema métrico decimal adoptado desde Occidente), de "refilón" abordaba también el tema que nos ocupa. Así, tenía ante mí la fotografía de un "nivel angular" fabricado en madera de molle con un recipiente esculpido para contener agua (nivelador), del cual partían dos brazos rectos con el respectivo visor óptico (sendos hoyos con un engarce para colocar una pita hasta el extremo del brazo), siendo el ángulo entre ambos brazos el de 45° grados sexagesimales, o sea, los del triángulo rectángulo isósceles. En otros textos, esta vez de arqueología, principalmente en aquel "gruesote" compendio de Federico Kauffmann, de la década del 60'1, pude hallar otros gráficos extraídos de representaciones de huacos y telares que contribuían a completar el inventario de aquel stock de la ingeniería inkaica: visores, las elementales estaquerías, plomadas, etc.

En fin, todo un instrumental que evidenciaba un alto conocimiento matemático, particularmente en trigonometría: el necesario dominio de ángulos y derivas, tangentes, cotangentes, senos y cosenos; pero además la capacidad de descomposición del círculo con el hallazgo de la cifra "Pi" (3.14), vale decir, la relación entre el diámetro y el perímetro de la circunferencia así como del cuadrado inscrito y su diagonal, cuyos descubrimientos, según sugiere Platón, "diferencian a una cultura de una manada". Esos amautas y yacháchic's, conociendo las funciones trigonométricas y "Pi", definitivamente que dominaron también la geometría del espacio, tal como tuvo que suceder en la construcción del "laboratorio genético" de Moray - Qosqo (conjunto de andenerías circulares escalonadas en profundidad), en donde la forma esquemática base es un gigantesco cono invertido.


Tales, Euclides y Pitágoras, tuvieron grandes competidores en las crestas andinas.
Pero también al ocuparnos de la agricultura inkaica indefectiblemente deberemos conectarla a la "agrimensura vertical" propugnada, vale decir... ¡la "topografía del abismo"! Y es en una obra de Hildebrando Castro Pozo, Del ayllu al cooperativismo socialista, en donde se nos ilustra respecto a aquel otro "stock instrumental agrario". Ahí tenemos la chaquitaklla (roturador), el huini (desterronador), el kashu (aporeador), la lampa (pala), el soqui (acuñador) y otras he¬rramientas propias de una etnocultura peatona a la que la abrupta naturaleza había desprovisto de animales de tiro y en donde el uso de la rueda resultaba absurdo. En tales condiciones, aquella agricultura del abismo, basada en el músculo humano, necesariamente debía ser colectiva para lograr subsistir y desarrollar.

La andenería conjugaba la ciencia de nuestros ingenieros amautas y la laboriosidad de nuestros ingeniosos agricultores, y pasados casi cinco siglos de persecución, calumnia, destrucción y clandestinidad, aún sigue siendo -dicha técnica autóctona- insuperable "in situ" para la tecnología occidental: la yunta de bueyes de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, como el tractor de los siglos XX y XXI, aparte de ser incompatibles con las abismales breñas, menguan su eficiencia, ya sea por el soroche3 (que también "ataca" al motor diesel) y/o principalmente por la gradiente extrema del terreno. ¿Yunta en Huayna Picchu? ¿Tractor en el cañón de Cotahuasi o en el precipicio de Cotabambas? ¡Wiflas!, la chaquitaklla señoreará eternamente ahí.
La chaquitaklla -creación quechuaymara- es el instru¬mento agrario cuya eficacia en aprovechamiento del esfuerzo físico humano, no ha sido superada por otra herramienta individual (no colectiva, ni de tracción o de tiro animal) en ninguna otra parte del mundo4. Pese a ello, no existe en ninguna facultad agrícola de nuestras universidades (neo)coloniales una sola tesis sobre el desarrollo y sofisticación de esta herramienta.

Toda esa creatividad, no sólo en el aspecto agrario-topográfico-matemátíco, sino también en el resto del abanico cultural, quedó truncada en Andinoamérica a partir de 1532, en que abruptamente pasamos a ser "usuarios" de la invención, moda y novedad extranjera. Las neuronas nativas dejaron de elucubrar ciencia. No era para menos, pues nuestros amautas y yachachic's si no fueron asesinados en masa, pasaron a la clandestinidad quincuacentenaria. Hoy, a lo sumo podemos "piratear" lo importado y "enterarnos" de los premios Nobel como cuando un minusválido ve romper un récord mundial olímpico.

Celular, microchip, Toyota, IBM, Windows, DVD's, etc... todo "se hace afuera", y aquí tan sólo asemejamos a los chimpancés de circo amaestrados en el uso de la bicicleta que jamás podrán crear. ¿Y qué de nuestros potenciales científicos? Pues, si no están taxeando o implorando una visa al extranjero, están marchando por las calles exigiendo aumento de limosnas salariales para poder seguir enseñando a un alumnado tan desnutrido y desmotivado como sus "profes", y -por supuesto- también cada día más miserabilizado y acomplejado.

Agricultor de las serranías de Huaraz mostrando un par
de Chaquitakllas, de "doble cuchilla", desarrolladas por él,
empleando muelles de camión.
Es que la colonización, ahora mejor referida como "globo-colonización", en cuanto fenómeno mundial de facetas sociales, económicas y militares, viene a ser -en esencia- la imposición de una cultura más fuerte sobre el resto de culturas menos fuertes. Esto implica, para las etnias dominadas, absorción y desaparición. Se puede decir que es el equivalente de la selección natural: la "selección cultural". Pero ninguna etnia subyugada puede pretender "desaparecer de motu proprio" y lógicamente ha de luchar por su autoconservación y sobrevivencia, lo cual hace de su causa algo justo: una lucha por la vida y la dignidad de existir.

Siendo la cultura el producto de la interacción entre el hombre y el medio, involucra en el elemento humano el respectivo "linaje colectivo" generacionalmente en aras de independencia y desarrollo "in situ". En ese aspecto, el "corte" de ese linaje y la modelación "extra situ" (que involucra dependencia y desculturización), determina el carácter reivindicativo, propio y original de los procesos subversivos del mundo subdesarrollado; lo cual llega a manifestarse en una tendencia antioccidental en la proporción que la cultura nativa se sienta agobiada. Vemos desde la destrucción de las civilizaciones Azteca, Inka y demás culturas de América, África, Oceanía y Asia, hasta la Libia de Kadaffi, el Irán del Ayatollah, incluso la Camboya del Khmer Rouge y, en cierta medida, el Egipto de Nasser, la Cuba de Castro, la Venezuela de Chávez, el Irak de Hussein, la Solivia de Morales o el Irán de Ahmadimeyad y demás "estados forajidos"... como llega a manifestarse este carácter -en unos principal y en otros secundario- de rechazo a Occidente, independiente¬mente del factor clasista.

A su vez, esta característica resulta ser -no una causa-más bien un efecto de autoconservación y sobrevivencia por parte de la cultura nativa ante la "asfixia" a que se la somete. Por supuesto que las potencias desarrolladas lo autojustifican proclamando una peculiar "libertad... ¡unilateral!", que al carecer de "equidad étnica" se inmoraliza y degenera en un libre albedrío occidental para seguir oprimiendo -pasiva o activamente- al resto. Y estos despreciados "restos" al dejar de crear, innovar, producir, difundir ideas propias, ciencia, arte, tecnología, etc., truncan su desarrollo, lo cual implica degeneración, absorción y extinción, de la misma manera como en la naturaleza el desuso y no ejercitamiento de una función orgánica conlleva al atrofiamiento de ese órgano y su posterior desaparición o que, en el mejor de los casos, simplemente degenera quedando como reminiscencia inútil.

Se desprende, entonces, que solamente en base a la cultura nativa el cambio social puede lograr un desarrollo propio: "No buscar una receta, hacernos una", concluía Flores Galindo. Es decir, lo que una colectividad pueda pensar, construir y crear, solamente es valorable y rescatable en tanto su elaboración mental o física sea original en su esencia. Al respecto, es pertinente el juicio de José Carlos Mariátegui (JCM) en su obra Peruanicemos al Perú:

"¿Existe hoy una ciencia, una filosofía, una democracia, un arte; existen máquinas, instituciones, leyes genuina y característicamente peruanas? ¿El idioma que hablamos y escribimos, el idioma siquiera, es acaso un producto de la gente peruana?"5 Es ésta la relación de causa - efecto entre el Occidente "Libre" y las culturas "no occidentales ni libres", que para nuestro caso se inscribe en cada uno de los signos distintivos del proyecto de nación, desde que comenzó la "asfixia cultural", o sea, cuando culminó abruptamente la época de autonomía y empezó la dependencia externa (1532).

Por supuesto, para (auto)justificar aquella asfixia, de un "plumazo" nuestros diez mil años de autonomía han sido "sentenciados" en forma absurda por su calidad "ágrafa" -sin tener en consideración el quipu, el tokapu u otras expresio¬nes y enfoques- por el cristal extranjero (que aduce que la historia humana se inicia exclusivamente con la escritura grafotécnica). Y esto no es puramente "científico", también es político: Así Pachakúteq estaría más próximo al cavernícola de Cro-magnon que al "caballero" Francisco Pizarra, pues con ellos -con Occidente- empezaría recién "nuestra" historia, y el resto sería prehistórico, o sea, un pasado muy, pero muy remoto... casi fosilizado: Arcaico.

Precisamente la "utopía arcaica" denunciada por el modernísimo y criollísimo Mario Vargas Llosa, alérgico al telurismo arguediano, parte de ese enfoque. Sin embargo, desde la Guerra de Reconquista de Manko Inka y el proselitismo religioso de los huátuc's del Taki Onqoy (siglo XVI), hasta el desborde cholificador de los siglos XX y XXI, constatamos a menudo cómo es que aquel "fósil de museo" cobra vida y disputa el dominio y dirección de la historia al presente occidentalizado y "libre". Disputa en la que el pensamiento insurgente (porque de eso se trata: de insurgencia), deberá previamente esclarecer si la esencia de su causa ha de regirse en función a la lucha de clases o a la pugna de etnias... ¿o quizá yuxtaponiéndolas a ambas?; y de ser así (yuxtaposición), ¿cuál sobre cuál?

Etnonacionalismo, Izquierda y Globalidad (Vision Etnocaerista)
My EP(r) Antauro Humala Tasso

1 comentario:

Anónimo dijo...

nadie desarrolla sin tener identidad cultural
solo estamos siendo simples marionetas por que estamos siendo sometidos al criollismo acomplejados.

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