RENACIONALIZANDO LA LIBIDO

17 noviembre, 2007

El sometimiento "nacional" ante la penetración "económico-sexual" extranjera ha llegado a tanto que no hay estamento que se salve y cada quien carga su cruz en mayor o menor medida. En efecto, no solo las chicas de las etnoclases bajas tienen la óptica de que "lo extranjero es lo mejor", pues este punto de vista está tan generalizado que aún las etnoclases más altas lo comparten, y así como las muchachas de Comas o Carabayllo sueñan con su "argentino" que las saque de esta inmundicia en que estamos dejando que degenere nuestro país, también las de clase media esperan a su norteamericano que "se las levante".

Y las chicas "in" de Monterrico o La Molina también buscan, más selectivamente (enseñadas por sus madres), a un gringo, de preferencia europeo, y -¡maravilla de la globalización!- la última moda es un israelita, mejor aún si es tan "audaz, astuto y emprendedor..." como algunos mercenarios de seguridad de Toledo.

¿Y qué de los machos desplazados? Pues la población masculina peruana se "consuela" bajando al estrato social inferior; es decir, los de clase media se vuelven "galanes de pueblo joven", los de clase media alta acuden a las chicas de clase media baja y los ricos galantean con su clase hasta que llega un marine de la Embajada Norteamericana o un argentino modelo de TV y la chica (o la esposa) lo manda a freir papas... entonces el "cachudo" retorna a las menos agraciadas de su clase y desciende un escalón, y si tiene suerte triunfa en la competencia con funcionarios de medio pelo -chilenos, españoles (de Santa Isabel o Telefónica)- por diseminar su semen. Pero, ya dolido, para él "las mujeres son unas perras" y como tales hay que tratarlas. Y se vuelve perro; además no le queda otra cosa: no hay plata ni empleo para mantener vástagos y, pues, lo mejor es "no reconocerlos".

Corolario: madres solteras al por mayor, y se retorna al circulo vicioso, propio de una colonialidad que envilece hasta el amor.

Etnonacionalismo, Izquierda y Globalidad (Vision Etnocaerista) Pág 121-122

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